sábado, 18 de julio de 2009

Visitas obligadas 1 - Sengakuji

Prácticamente no se hace nada sin motivo. Más aún, cuando alguien tiene una pasión, un objetivo, un anhelo, lo normal es que se recree en aquellos objetos o situaciones que excitan esos sentimientos. Creo que llevo aproximadamente diez años deseando llegar a Japón, por lo que en todo este tiempo me he entretenido sobremanera en excitar ese deseo con diversas actividades. Una de ellas fue la indagación de un acontecimiento de la historia japonesa que siempre me ha animado a continuar la carrera en pos de mi sueño: la venganza de los cuarenta y siete leales rônin de la casa de Asano.

No voy a extenderme contando la historia (ya lo haré en otro post), baste decir que fueron un puñado de samurai que vengaron una afrenta sufrida por su señor, Asano Naganori, el cual además fue condenado a cometer seppuku (suicidio ritual) al tratar de limpiar su honor. Una historia que siempre me causó un gran impacto, y que en cierto modo considero como uno de los ángulos más pulidos del prisma japonés. Todos ellos, así como su señor, fueron enterrados en el templo de Sengaku-ji.



El templo de Sengaku-ji (泉岳寺) es budista (el ideograma [寺], 'ji', significa templo budista, y también puede ser pronunciado como 'tera', o 'dera'), concretamente de la escuela Soto Zen, y ser el reposo definitivo de aquellos valientes guerreros es su rasgo más sobresaliente. De no ser por esa 'anécdota', sería un templo budista más... Pero qué sería la vida sin anécdotas que la dotaran de sentido. Aquí va una 'paranoia': Cada elemento del universo encuentra su justo lugar en función del contexto en el que se inserta. ¿Acaso nosotros mismos no hacemos de nuestras vidas significativas merced a pequeñas hazañas diarias, que lo son porque nosotros las hacemos tales? ¿No puede suceder otro tanto con objetos o lugares? El Sengaku-ji es famoso por albergar las tumbas de los cuarenta y siete leales y su señor, como otro templo sería excepcional por su intrahistoria particular.

Lo primero que quiero vsisitar una vez que pose mis pies en tierra japonesa (después del Aeropuerto Internacional de Narita, por supuesto), es el Sengaku-ji y a sus ilustres huéspedes. Tengo que darles las gracias por animarme a cumplir mis sueños. Descansen en paz los cuarenta y siete leales de Akô.


1 comentario:

  1. Esperamos impacientes la siguiente entrada ^^... ¿Qué tal Fukuoka? ¿Sapporo? ¿Kirishima? ¿Hatomajima? xD

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